OJOS PLATEADOS.

El tiempo,
un enigma del espacio
esparcido en los veranos inocentes
y en esa oración sedienta de existencia.

Sin ser centinelas de la noche
dan luz, con esa ráfaga esmeralda,
nacida en veinticinco versos,
Siembran la semilla de prudencia
en juicios libres
de razones instantáneas
bañadas en sonrisas
y en esa propiedad que los distingue
los cobija de sueños arco iris
sobre esta nirvana pasajera.

Gitanos los ojos que lidiaron por primera vez la mirada afable
Intensa, oculta de silencio y del filo sonámbulo
Libertad de acariciar
Bondad, tibieza
Esa dulzura centenaria
Rosa y azul,
Trina o de cánticos sobre
Oro en la exquisitez de sus vidas.

Y raudal de cariño en las alturas, disfrazada en años.

Besos en esa fertilidad oriunda en Comitán,
Enamorados, como dos almas gemelas por un destino religioso
Romántico y poeta, dualidades de ambos cuerpos unidos por la
Tinta indeleble a Dios y al amor
Habidero con sabor a mar,
A savia, con aroma a eternidad.

A horizonte,
Ulmaria. Los
Ramilletes golondrinicos vuelan hacia el
Ocaso donde los
Rezos nacen en algún punto extraviado o
Aromático en ese escapulario vertido en madrugada.

En ese quincuagésimo lenguaje
La heredad resplandece en juventud
enredada por el viento,
o la caricia tatuada
sobre los cardios frágiles,
en esta cristalidad bañada en gozo.

Dos gotas,
en la extensa tubería de la vida
dos lunares sobre mi piel,
dos notas
en la musicalidad de la existencia
dos fragancias
engarzando un alma,
una presencia suspendida
en dos palabras.

C. ALBERTO PALACIOS R.
20 DE AGOSTO DEL 2007

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