La vida en todos los pueblos de indios de la provincia de Chiapa se transformó a causa de la llegada de los frailes dominicos junto con el obispo fray Bartolomé de las Casas. Por cierto, muchos indígenas ya estaan bautizados en aquel año de 1545, ya que sus encomenderos los habían citado en Ciudad Real donde los bautizó algún sacerdote o fraile mercedario, pues esta orden tenía varios años en la provincia. Sin embargo, la presencia permanente de la Orden de Predicadores iba a cambiar profundamente la vida diaria de los pueblos. Desde su convento en el pueblo tzeltal de Copanaguastla, los religiosos comenzaron a visitar Comitán, donde enseñaron a leer y escribir a algunos jóvenes, prepararon a “fiscales” y cantores para el servicio de la Iglesia, casaron de nuevo a las parejas y bautizaron a niños y adultos, dándoles entonces nombres “cristianos”.

Del primer libro donde a partir de 1557 se apuntaron los bautizos y matrimonios se conocen, también, los sacerdotes cuyos nombres figuran en una placa a la entrada de la iglesia de Santo Domingo. Los comitecos, poco a poco, se volvieron cristianos, fundaron en 1561 su primera cofradía del Rosario y llamaron su pueblo San Pablo de Comitán, nombre que perduró solo quince años.

En 1576 a la muerte de fray sebastián, fray jerónimo de San Vicente, provincial de la orden, determinó elevar la visita de Comitán a vicaría: en adelante varios religiosos vivirían en el pueblo, desde donde se visitarían los pueblos de Zapaluta, Coapa, Coneta, Aquespala, Escuintenango, Comalapa, Chicomuelo, Hitatlan y Yayaguita. Desde entonces el poblado se llamo Santo Domingo de Comitán. Para el sostén de los comitecos les donaron un pedazo de sus tierras comunales y, además, la mitad de sus ganados.

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