Copainalá, Chiapas.- Como cada domingo antes del miércoles de ceniza y tal como lo dicta la tradición zoque de Copainalá, el “Weya-Weyá” salió a las calles del pueblo y aún con la ligera lluvia que caía, hizo sonar su matraca y danzó en compañía de su esposa, sus hijas y yernos para la llegada de la cuaresma, la posterior persecución de Jesús y su crucifixión.

 Esta representación, la del “ser mitológico de los zoques”, marca también el inicio de la celebración de carnaval en Copainalá, la cual se viene celebrando desde hace más de cincuenta años, según cuentan los mayordomos, músicos y danzantes que intervienen en esta fiesta que guarda gran significado, misticismo y religiosidad.

En entrevista, Cirilo Meza Gómez, músico y mayordomo zoque cuenta que esta danza tiene gran realismo ya que “se basa en una leyenda muy conocida entre las y los copainaltecos y que a pesar del paso de los años está arraigada entre la población que la sigue transmitiendo a las nuevas generaciones que pueden conocer a este hombre que aparece por las calles una sola vez cada año”.

Meza Gómez compartió su experiencia de participación en esta fiesta al expresar que con la danza de El Weya-Weyá la gente sabe que se inicia el carnaval, es momento de celebrar y de la llegada la cuaresma, además de que es el momento en que la gente recuerda a este personaje que vive en la mente de cada uno como el hombre fuerte de las montañas que al toparse con las personas los tomaba de la mano les transmite sus poderes y fortaleza.

El presidente del Comité de Cultura Raíces de mi Pueblo, Luciano Vázquez Pérez, comentó que la preparación para la ejecución de esta danza inician un día antes de que el Weya-Weyá salga a las calles con la adoración de la máscara, una velada con música tradicional y antojitos típicos, misma que culmina el domingo por la tarde con la entrega de reliques que los tradicionalistas realizan y reparten entre los participantes.

“Además se elabora el cupzi que es la bebida tradicional con aguardiente y miel, la cual se reparte entre la gente que ve la danza, quienes se encuentran en las calles, los músicos y los danzantes”, agregó Vázquez Pérez.

Durante los sones en los que se desarrolla la danza, el Weya-Weyá dialoga tanto con su esposa, quien lo interroga sobre qué hizo durante todo el tiempo que estuvo desaparecido, como con los enamorados de sus hijas, a quienes los pone a prueba para ver si son dignos de merecer a sus retoños, a quienes finalmente ofrece en casamiento.

Esta tradición carnavalesca es posible año con año gracias a la mayordomía zoque de Copainalá, al Comité de Cultura Raíces de mi Pueblo, a la Casa de Cultura y a los músicos y danzantes que intervienen en su realización.

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