La conquista de Chiapas fue muy diferente a la del imperio azteca, en la región central de México: la sujeción y el control del territorio chiapaneco por parte de los españoles fueron procesos muy complicados y que tomaron mucho tiempo. Esto se debió a varios factores. El primero de ellos fue que la región de Chiapas no había un poder central que controlara las comunidades indígenas, como sí ocurría en el Altiplano con el señorío mexica.

A principios del periodo Posclásico la mayoría de las ciudades mayas fueron abandonadas y, a partir de ese momento histórico, hubo una gran movilización de personas que venían de distintos lugares; los asentamientos eran irregulares y no hubo una consolidación de ningún centro urbano. Para cuando llegaron los españoles en el siglo XVI, había distintos pueblos indígenas: zoques, tzotziles, quichés, tzeltales, Chiapas, tojolabales, entre otros, que vivían dispersos en una geografía con características muy variadas. Solamente los pueblos del Soconusco eran tributarios de los aztecas.

Otro factor fue que, después de la caída del imperio de Moctezuma y de la conquista de 1521, las tierras que habían pertenecido a los mexicas se repartieron entre los principales capitanes de Hernán Cortés. No obstante, siguieron llegando europeos al Nuevo Mundo, que se alistaron como soldados buscando como recompensa el producto del botín de guerra. Por ello, hubo la necesidad de explorar nuevas tierras para repartirlas entre los recién llegados.

Imagen pictórica de la conquista del imperio azteca.

Imagen pictórica de la conquista del imperio azteca.

Al emperador Carlos V le interesaba continuar con las explotaciones y las conquistas en américa. Sobre todo, quería encontrar un paso interoceánico hacia el Oriente, para controlar la ruta de las especias. Como estas empresas eran muy costosas pues se necesitaban embarcaciones, caballos, armas, pólvora, alimentos, soldados, marineros, etcétera y la Corona española no tenía los recursos económicos para financiarlas, tanto los viajes de exploración como las guerras de conquista eran costeados por particulares que pedían préstamos a banqueros y ricos comerciantes europeos.

Estas deudas adquiridas se pagaban con las riquezas arrebatadas a los pueblos conquistados y con la explotación de los recursos naturales.

Una motivación extra fue que Carlos V prometió recompensar a los conquistadores con títulos nobiliarios y derechos de encomienda, una institución económica medieval en la cual un grupo de personas vivía bajo la protección de un señor y, en retribución, pagaban a éste con su trabajo y productos. Por medio de las encomiendas, los pueblos indígenas quedaron sujetos a señoríos españoles que explotaron recursos como las minas, el ganado y la agricultura. De esta manera, muchos conquistadores y sus descendencias amasaron grandes fortunas. A pesar de las Leyes de Burgos, que tenían como propósito proteger a los indígenas de los encomenderos, en la Nueva España se cometieron terribles abusos, como ocurrió en el caso de Chiapas.

Después de la caída de Tenochtitlan, los demás pueblos de Mesoamérica resintieron la ausencia del poder central. Hernán Cortés había recibido del emperador Moctezuma mapas e información de todos los pueblos tributarios, así que supo con seguridad que la región del Soconusco proveía al imperio azteca con productos suntuarios muy preciados por la nobleza tenochca. Se tiene información de que mensajeros de Moctezuma avisaron a los quichés para que estuvieran prevenidos ante los recién llegados. Además, la epidemia de viruela que afectó en 1520 a los habitantes de Tenochtitlan también se extendió al territorio chiapaneco, lo cual fue considerado por los indígenas como un mal presagio.

En 1521, pocos meses después de la caída de Tenochtitlan, los exploradores españoles arribaron a Coatzacoalcos y Tehuantepec, cruzaron el Soconusco para llegar a Guatemala. Al saber que los españoles estaban acercándose, unos indígenas enviados de Chiapan (nombre que tenía la entidad antes de la colonización) se entrevistaron con Cortés en Tuxpan. El conquistador trató de convencerlos de que declararan su vasallaje a la corona española. Los chiapas (también conocidos como chiapanecas) regresaron preocupados y, al igual que los quichés, empezaron a preparar su defensa contra los recién llegados y sus aliados indígenas. Para entonces, Cortés había comenzado a explorar las tierras del sur con la idea de buscar el paso inter oceánico y fundó pequeñas villas en las dos costas de Tehuantepec, donde dejó a algunos españoles a cargo.

Mientras tanto, en la región de Chiapas se quedaron algunos españoles que no eran controlados desde el centro, quienes se apropiaron de las tierras de los indígenas y cometieron otras tropelías, que propiciaron continuas rebeliones y conflictos. Ante estos acontecimientos, Hernán Cortés envió a Luis Marín y Pedro de Alvarado a Coatzacoalcos y a la Villa de Espíritu Santo, respectivamente, a apaciguar las rebeliones.

Uno de los oficiales enviados por el rey a México fue Alonso de Estada; con él vino también su primo Diego de Mazariegos. De acuerdo con algunos documentos, Mazariegos llegó a México con la intención de desempeñar un cargo administrativo en la nueva burocracia novohispana; sin embargo, ingresó a la milicia bajo las órdenes de Cortés.

Imagen pictórica de la batalla del cañón del sumidero

Imagen pictórica de la batalla del cañón del sumidero

Según la crónica de Antonio Remesal, en 1524 Diego de Mazariegos salió de México con 150 soldados, 40 caballos y una gran cantidad de indígenas aliados, para apaciguar a los indios que continuaban rebelándose en Chiapas. De Mazariegos sujetó a la región y regresó a México. Sin embargo, poco tiempo después los indígenas volvieron a sublevarse, por lo que en 1526 regresó con el título de “poblador” para apaciguarlos y asegurarlos.

Remesal cuenta en su crónica que ésta, la tercera conquista de Chiapas, fue la más terrible, pues los indios chiapas, al verse perdidos a pesar de que lucharon ferozmente, se lanzaron desde el cañón del sumidero al vacío, junto con sus mujeres e hijos. Con todo, no hay otros documentos que registren este hecho.

Mientras Diego de Mazariegos estaba conteniendo las rebeliones, Pedro de Alvarado aprovechó para enviar a Portocarrero y apropiarse de estos territorios. Mazariegos no lo permitió y obligó a Portocarrero a abandonar la región el 1 de marzo de 1528. Después, Mazariegos fundó la Villa Real de Chiapa (hoy Chiapa de Corzo) junto al río Chiapan; sin embargo, cambió de ubicación de ésta al valle de Hueyzacatlán y el 31 de marzo de 1528 refundó la Villa Real (hoy san Cristóbal de las Casas). El nombre se lo dio en recuerdo de Ciudad Real, su pueblo natal, en España.

Cortés llamó a sus oficiales de la Villa del Espíritu Santo y de Guatemala, para que se encontraran con él en el camino a las Hibueras. Pedro de Alvarado, antes de ir al encuentro, realizó una expedición a la Selva Lacandona, donde libró una batalla contra los pobladores de Tecpan Puyumatlán.

Tiempo después, Pedro de Alvarado viajó a España para asegurar sus privilegios: el 18 de diciembre de 1527 fue nombrado gobernador y capitán general de Guatemala y la tierra de Chiapa, Cinantra, Tecpan Putumatlán y Acalán de Custepeque. Haciendo válidos sus derechos otorgados por el rey, Alvarado envió a Portocarrero a fundar cerca de Comitán la ciudad de San Cristóbal de los Llanos.

De acuerdo con esta versión , en 1527 Alonso de Estada, que estaba en el gobierno de la Nueva España durante la ausencia de Cortés, nombró a su primo Diego de Mazariegos capitán y teniente de Chiapa y de los llanos. De Mazariegos dejó su encomienda de Taxco y su puesto de alguacil mayor para ir a Chiapas, apaciguar las rebeliones y fundar la villa Real junto al río Chiapan (Hoy Chiapa de Corzo). De Mazariegos fundó Villa Real cerca de Hueyzacatlán; sin embargo, Portocarrero, quien llegó primero, ya había fundado una ciudad.

Mural titulado Visión plástica de la historia de Chiapas /  Cesar Corzo (Tuxtla Gutiérrez, 1933)

Mural titulado Visión plástica de la historia de Chiapas / Cesar Corzo (Tuxtla Gutiérrez, 1933)

Hubo una larga disputa entre los dos conquistadores, que se resolvería con el acuerdo de Huistán, en el que intervino Alonso de Estada. En este acuerdo se estableció la repartición de los territorios entre ambos; el más beneficiado fue Diego de Mazariegos. Esto agudizó las rebeliones y las condiciones de inestabilidad en la recién creada provincia de Chiapa; además, provocó que los abusos en contra de los indígenas aumentaran, ya que ante su desobediencia, las leyes españolas daban derecho a los encomenderos de herrarlos como esclavos y venderlos o intercambiarlos por caballos y ganado.

En 1529, el nuevo gobernador Juan Enríquez de Guzmán llegó a Chiapas para contener las rebeliones. A Diego de Mazariegos, quien murió en 1530 se le inició un juicio. Desprovisto de sus derechos y tierras, Juan, su hijo mayor, entabló una serie de demandas para reclamar las propiedades de su padre.

En 1531, Pedro de Alvarado asumió finalmente el gobierno de Guatemala, tal como se lo había autorizado el rey Carlos V cuatro años antes. Desde ese momento la región de Chiapas que durante todo el periodo virreinal formó parte de la capitanía general de Guatemala adquirió una configuración geográfica muy parecida a la actual, asimismo, las dos ciudades más importantes fueron Villa Real, que después tomaría el nombre de Ciudad Real (hoy San Cristóbal), donde se establecieron los españoles, y el Pueblo de la Real Corono de Chiapa de Indios (hoy Chiapa de Corzo).


Bibliografía: Gobierno del estado de Chiapas: “Chiapas el hallazgo de un tesoro”, terracota, junio 2010.

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