Por: Georgina Escobedo
Los comicios electorales comenzaron. Se puede observar en la vía pública la ostentosa publicidad que los partidos políticos han colocado en todo el territorio chiapaneco. Colores verdes, rojos, amarillos, azules, naranjas y otros más tapizan los 122 municipios de Chiapas promocionando candidatos, “el cambio” y “verdaderas propuestas” -que según ellos- servirá para elegir un presidente municipal comprometido con su pueblo y un diputado local que gestione a favor de la clase más necesitada.
Alrededor de 680 millones de pesos fue destinado para gastos de campaña, un despilfarro de dinero en un estado conocido como el más pobre de México. Un presupuesto que podría ser utilizado para combatir el hambre y la pobreza extrema en zonas indígenas; mejorar escuelas que se encuentran en deterioro e invertir en medicamentos, instrumental y recursos humanos en los hospitales que carecen de un buen servicio por falta de esto.
La ignorancia del pueblo y la ineptitud de las instituciones de gobierno han llevado a Chiapas al retraso no sólo educativo sino social, pues es de mayor importancia invertir en campañas publicitarias (que dentro de un mes se encontrarán en el bote de la basura) que en necesidades prioritarias que sufren cada día los ciudadanos.
La realidad en Chiapas es la desconfianza. Los impresionantes espectaculares con slogan vacíos -que no dicen nada- ya no influyen en el electorado. Un rostro, una sonrisa camuflajeada y cientos de promesas iguales o peores que otras sólo muestran la ambición de muchos que quieren ocupar un puesto de elección para ser una figura más en el poder, que en lugar de aportar mejoras en los municipios únicamente sirven para obstaculizar el desarrollo de Chiapas.
Se augura que para el 19 de julio ganará el abstencionismo nuevamente como el pasado 7 de junio -ya que- votar para muchos es apoyar una política ineficaz que directamente busca hacer ricos a unos y mantener en el rezago a las clases más pobres.
La violencia e inestabilidad política que se deja ver en México son dos factores que han llevado a la población a tomar medidas necesarias para poner un alto a la falta de los derechos humanos y a la vez exigir respeto. No emitir un sufragio es un “ya basta” que los mexicanos y chiapanecos gritan para derrocar a un sistema de gobierno empecinado en atacar a su propio pueblo.
Promesas y más promesas surgen de la boca de los candidatos con el afán de ganarse la simpatía de los votantes, quienes son ignorados e inclusive la gente cuestiona frente a ellos la imagen falsa que muestran con tal de ganar un voto.
Las elecciones, es un tema que incomoda a muchos y beneficia a pocos. Aspirantes que ofrecen “las perlas de la virgen” en tiempos electorales y cuando de cumplir se trata a la ciudadanía al estar sentados en el poder hacen “como que la virgen les habla”.
La percepción que tenemos los chiapanecos de la política es de voraz y corrupta, y no basta con propuestas tiradas al aire por presuntos defensores de la economía familiar, de los derechos humanos y de la igualdad social para cambiar un estado carente de un buen gobierno.
Para tener una mejor política, es necesario reestructurar valores. Debemos razonar el voto y elegir no colores partidistas, sino políticos comprometidos con sus ideales. ¡Hay esperanza en México! Y esto surge con Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, electo gobernador de Nuevo León, un candidato independiente quien ha sido “una luz al final del camino” y ha cambiado la perspectiva de las elecciones.
En un Chiapas inconforme, donde los ciudadanos añoramos que las cosas cambien esto se puede lograr -claro está- si por primera vez los electores abren los ojos y dejan de vender el voto por unos cuantos pesos que les quita el hambre por unos días y los mantiene en la miseria por muchos años.
Exigir un gobierno eficaz y que abone al progreso de la entidad es obligación de todos los ciudadanos. El voto es la única manera de combatir la impunidad, y la unidad de la ciudadanía el arma más poderosa para lograrlo. “El pueblo pone y el pueblo quita” debería ser el slogan a promocionar en estas contiendas y hacerlo valer el estandarte que enarbola la democracia, y así tener lo que tanto anhelamos; un gobierno competente e indispensable para el funcionamiento de un país, un estado y un municipio.