El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, ha generado altas expectativas en los sectores, que históricamente, nunca han sido tomados en cuenta en las grandes decisiones del país. Su innovadora forma de plantear las propuestas de solución a las adversidades que mantienen, desde décadas, al país en el tercer mundo, es la punta de lanza que deberá hacer realidad la cuarta transformación.
Su arribo como titular del poder ejecutivo de la nación, en el mes de diciembre próximo, ha abierto la posibilidad colocar en la futura agenda presidencial, algunos temas espinosos, como la legalización del aborto y el cultivo de amapola.
Son asuntos, que de entrada, genera opiniones encontradas. El rechazo o aceptación, va siempre acompañada de la experiencia personal o familiar; de dogmas o creencias religiosas, que muchas veces complican su debate y terminan en los archivos muertos.
Si bien es cierto, que aún, López Obrador no ha fijado una posición oficial, al menos en el caso de la legalización del aborto, sí ha mencionado que los derechos ya conquistados de salud reproductiva de las mujeres en México no se echarán para atrás. Además, la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en el Congreso de la Unión, partido al que pertenece el tabasqueño, se ha propuesto abordar el tema para que sea una realidad en todo el país.
Andrés Manuel sabe muy bien que el número de interrupciones de embarazo clandestinos en México, es alarmante. Se calcula que de los 16 mil 600 abortos por año que se realiza en la ciudad de México, (única entidad que lo despenalizó en 2007), tan sólo en centros de salud, se llevan a cabo otros cuatro “en lo oscurito”, de acuerdo con datos de la Red de Derechos Sexuales y Reproductivos de la entidad chiapaneca.
La decisión de AMLO, de tomar a dos manos este tema, se justifica en que hay entidades del país, principalmente en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán en donde ni el 30% de la población tiene garantizado la atención de salud adecuada.
Por ejemplo, en Chiapas, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL, por su acrónimo) casi el 80% de pobladores vive en pobreza y pobreza extrema, obtienen apenas lo equivalente a un dólar al día. Es imposible pensar que utilizarán esos 20 pesos para comprar anticonceptivos, independientemente de la cultura del machismo.
Uno de los argumentos que deberá echar mano López Obrador para hacer conciencia de este fenómeno de salud, es que en los tratados internacionales, como en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), de la que México es parte, se incluye al aborto como un derecho sexual de las mujeres.
Contrario al tema del aborto, la despenalización del cultivo de amapola no tiene grandes incógnitas en el futuro gobierno de López Obrador. Sin tapujos, AMLO afirmó que está a favor porque cree que es el camino más adecuado para combatir la pobreza y el crimen organizado.
No obstante y para legitimar cada una de las acciones de gobierno, López Obrador se ha propuesto realizar consultas ciudadanas, tal y como lo hizo con el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), y en el caso de la despenalización del cultivo de la amapola no será la excepción.
Esta despenalización deberá pasar también por pagarles más a los agricultores para disuadirlos de plantar semillas de amapola, y así ir construyendo un fuerte dique en contra de los cárteles de la droga.
La vocación y convicción democrática de López Obrador lo compromete a recoger todos los puntos de vista e incorporarlas en la toma final de decisión en cuanto a ese tema. Al tiempo.