¿QUÉ PASARÍA SI BELISARIO DOMINGUEZ NO HUBIERA MUERTO…?

COMITAN DE DOMINGUEZ

En las condiciones del País en esos meses de 1913 su muerte era inevitable, desde el mes de marzo cuando con su ingreso al Senado de la República comienza a hacer la diferencia con sus expresiones llenas de valor en la máxima institución representativa de los intereses del pueblo, hasta el 7 de octubre cuando con su sangre viste de gloria a los principios de la Libre Expresión.
En realidad, son muchos los momentos en los que Don Belisario expone la vida, al grado de que son sus propios y escasos amigos los que lo recriminan, exigiéndole que modere su actitud, y que antes de tomar la palabra “reflexione en forma ponderada y serena”. De ahí su inmortal frase: “Los actos morales de la conciencia deben ser inmediatos. Pensarlos como ustedes dicen, es ya terreno de la conveniencia y del cálculo”, dice a los senadores Emilio Rabasa y Víctor Manuel Castillo.

Sin embargo, lo más importante es que su muerte no fue en vano, los acontecimientos de los meses siguientes condujeron a consolidar el triunfo de la Revolución Mexicana hasta que el miserable Huerta tuvo que dejar el país el 15 de julio de 1914 y el asesinato del Doctor quedo esclarecido el 11 de agosto del mismo año.

Replanteo ahora mi pregunta: ¿qué hubiera pasado si Don Belisario Domínguez hubiera nacido en los años cincuenta y todavía no hubiera muerto…? Seguramente, sería el Presidente de la República o estaría contendiendo como candidato independiente, pues ningún partido oficial u alianza tendría suficiente dinero para comprarlo… y ganaría con el apoyo del verdadero pueblo. Seguramente Chiapas estaría en paz, porque Don Belisario ya hubiera personalmente enfrentado a Marcos y, lejos de batirse en un duelo, con su autoridad moral hubiera doblegado la intransigencia que obscurece los valiosos principios originales de libertad y justicia del movimiento zapatista.

Como universitario, el Doctor Domínguez ya habría encabezado un movimiento que sumara a la búsqueda legítima del diálogo la firmeza en los actos de gobierno y, por lo mismo, ya hubiera destrabado el problema inagotable de la UNAM. Así, no tendríamos conflictos de permanencia indefinida y, en fin, “otro gallo nos cantaría”. ¿No lo cree usted así?

Derechos Reservados. Octubre de 1999
D.R. © Xavier González Alonso

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