Es de las tradiciones que se pueden vivir todos los años en Chiapas y se lleva a cabo en varios lugares del Estado, especialmente en Chiapa de Corzo.
En esta tradición participan aproximadamente unos 500 jóvenes, y año con año se incrementa el número de participantes. Del 14 al 23 de diciembre se celebran misas, caminatas, rezos, flagelación y mucha fe. Todo comienza con una misa en la Iglesia del Calvario y el 15 de diciembre en la madrugada inicia el peregrinas hacia las montañas, desde la Depresión Central hasta los Altos de Chiapas, se visitan las comunidades de Navenchauc, Mitzitón y Multaho.
El reto de los niños floreros no es sólo el peregrinas, quienes están acostumbrados a temperaturas calurosas, el reto está en soportar las temperaturas bajo cero de las comunidades de los Altos en esta temporada, además de encontrar y cortar las flores de Niluyarilo, bromelias que nacen en lo más alto de los árboles de esta región. Son siete los días que los floreros están fuera de su casa, durmiendo a la intemperie, soportando frío, lluvias, incomodidades, durmiendo en el suelo, mal comidos, con cansancio pero todos con gran devoción, cumplir su manda y traer sus docenas de flores para la iglesia, donde entregan una cantidad determinada y lo demás se les queda para su propio nacimiento o de familiares más cercanos.
Cada florero va equipado con los utensilios necesarios para sobrevivir en las montañas durante siete días, así como también llevando alimentos porque estando allá arriba pierden contacto con su familia, solamente dos días son visitados en lugares ya determinados en donde les llevan alimentos y conviven con sus familiares. El 21 de diciembre en un lugar denominado como “La topada de la flor”, gran parte de la población se traslada desde muy temprano a ese lugar a seis kilómetros aproximadamente del centro de la ciudad hacia la periferia y después de un número determinado de misas y rezos, cerca de las tres de la tarde, población y floreros regresan al pueblo satisfechos por la encomienda cumplida
El día 23 de diciembre se hace el último rezo para finalmente emprender la salida hacia la Iglesia de Santo Domingo e iniciar la construcción del nacimiento o altar del niño Dios, el cual puede visitarse hasta el 6 de enero.
Visite la Iglesia de Santo Domingo en Chiapa de Corzo y admire este maravilloso altar, creado con la flor de Niluyarilu, que no sólo es una flor hermosa, es la promesa cumplida y hecha realidad en ofrenda al niño Dios en vísperas de su nacimiento.
Los Orígenes de la Flor de Niluyarilo
El cronista de Chiapa de Corzo —municipio de unos 60 mil habitantes, de los cuales 5.32% son indígenas, en su mayoría tzotziles— asegura que la tradición de los “floreros” proviene de una leyenda que relata la llegada a las orillas de la laguna de Navenchauc, del actual municipio de Zinacantán, de un hombre y una mujer desconocidos con un niño recién nacido en brazos. La tradición oral tzotzil refiere que los esposos dejaron al niño sobre un árbol para luego introducirse a la laguna no sin antes acordar que él se convertiría en el Sol para darle calor al niño, y ella en la Luna para protegerlo y cuidarlo por las noches.
A medida que la pareja se hundía en las aguas de la laguna, el niño los despedía agitando sus manitas mientras se convertía en una flor de pluma, el niluyarilo tzotzil. “Por eso es que la flor parece una mano pequeña”, aseguró el cronista. Luego de una caminata de ocho días por los bosques de pino para recoger el niluyarilo, los 470 “floreros” llegaron hasta la ermita del Niño Florero en Chiapa de Corzo para iniciar su procesión por templos, plazas y casas en donde se venera al Niño Jesús. Cada uno de los “floreros” lleva sobre su espalda las flores que son cuidadosamente depositadas en el pesebre donde habrá de nacer el Niño Jesús.
Fotografías: René de Jesús Araujo y Roberto Cañaberal
Texto: TursimoChiapas.gob.mx
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