EL VIEJO
Mientras los últimos rayos del sol
Jugaban a la matatena con mi sobrina
Y la brisa presumía
De su más mesurada delgadez,
Pasó aquel viejo,
Aquel viejo barbado y quebradizo
Que en todo tiempo pinta de prestigios
De añosa encima el asomar de un niño.
Ella me preguntó __ ¿de dónde viene?
__ No sé, le dije.
No sé dónde,
Pero ha de haber un lugar
Que engendra viejos y los dona al mundo,
Para que resuciten niños por las tardes
Quietas y dulces de cualquier poblado.
EL DÍA
El día, el duro día, calcinaba
Tus huesos y mis huesos,
Era el instante, el amarillo amargo
De la piel rota, el pecho desatado.
Transparencia sin límites.
Bajo la estatua el cuerpo se agitaba,
Alguien moría con los ojos abiertos
Y la luz caminando por las calles
Era un ciego encontrando su mirada.
EL CAMINO INÚTIL
La línea va quebrando su sentido inicial,
Su ágil principio
De remotar la luz y herir el cielo,
Mientras que allá en la tarde la nostalgia
Va encendiendo la hoguera del camino.
Son las seis de la tarde
Y el camino se muere.
Yo muero con él,
Con el recuerdo, con el perdido estabón
De los sentires ya remotos,
Con los planes frustrados.
Me apago con él
Como se apaga un grito,
Como se duerme un sueño,
Blandamente.
Se filtra el sol postrer
En el polvo mezquino,
Las flores campesinas languidecen
Acompasadamente, sube un rezo.
El camino está triste porque viaja
Pasajero sin brújula y sin muerte,
Por que ignora
Si el viandante ritual viene del monte.
Y es que el camino es torpe
Como nosotros mismos,
Como el polvo que flota en las arterias
De nuestro vano intento,
Como la endeble estructura de nuestra alma,
Que no sabe si el hábito que vierte
Será estrella en el sur
O lucero en el norte.
EL CIELO PINTA SUS OJERAS
En la fórmula cándida de tus quejas
hojeo tu sonrisa,
naufraga mi amor en tus playas,
mis sueños deshacen los aromas,
la espera se pierde en el silencio.
El cielo pinta sus ojeras,
su reflejo palidece mi grito,
en el bostezo de la noche
solo mi canto contesta mis preguntas.
El Estío derrama el rumor de su idioma,
su madurez la derrite en el cáliz,
como lluvia llega a los corazones,
y tu imagen vuelve a estremecerse
en los rincones de la niebla.
CABALGAN LAS HORAS
Cabalgan las horas.
Dejan una estela de promesas,
unas sonríen en cáliz de miel,
otras duermen en el olvido.
En alba de muchos besos,
se ahogan recuerdos
se desnudan praderas.
Allí se fragmentan mis sueños.
Túnel de abandono.
Me refugié en la cortina de la noche,
el camino se consumió
en el negro abismo del ocaso.
EN LOS JARDINES
En los jardines me embriaga la policromía,
como estrellas dispersas en desorden,
salta el coqueteo de las flores,
en el embrujo de una lluvia tenue.
La estación se alimenta en la espesura,
unos párpados dan paso a mi presencia,
se desnuda la verdad con tal crueldad,
en el lecho la palidez de una figura
envuelve en sus deseos mi regreso.
Veo cada pétalo caer sobre mi pecho.
Beso tus manos de princesa de la luna,
antes princesa del sol.
NO QUIERO QUEBRAR LA SOLEDAD
Todo palidece ante mis ojos,
una hoja seca camina con fatiga,
se aloja tras el moho de una piedra:
escasa choza para una siesta.
Apago luces de otros días,
no acude el aullar de perros,
ni el despertar de gallos.
El sonido enmudece,
no quiere interrumpir el embrujo,
que en mi espacio se aloja.
No quiero quebrar la soledad,
con quien converso y discuto.