La vid y El Labrador
A veces lamento
Que esta vida se prolongue incierta,
Sin el claro interior que imanta el todo,
Lo reconstruye y lo personifica;
Pero pasa don Pedro por la calle
Y yo me acerco a él,
Al goce opaco de su lento vivir,
A la cómoda angustia de su resignación en Dios,
Y me torno en discípulo de su sabiduría unitaria,
En oveja y en pan de su ignorancia.
Ay, mi hermano del pueblo,
Toda la zozobra del mundo
Se aleja en él más simple
De tus quehaceres resignados.
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