Ojos como tajos en el plano atisban un color arquitectónico, amarillo, celeste y verde selva, según el caso. Y se fijan bajo cejas arqueadas en un trazo solo: un gesto de la mano al pintar su horizonte en el semblante de otro.
Los rostros de Jerónimo Arévalo (Ciudad de México, 1969) como jaguares se encuentran agazapados en la selva de papel, listos para saltar a la escena que los triángulos enmarcan. Amarillos como los de un perro o azules como la acuosa mirada del hombre, sus ojos revelan una composición de la mirada que mira, en un juego de espejos con el deformado observador que los encuentra. Ahí la sensualidad juega de soslayo con las emociones; si hay cierta tierna ausencia en las figuras triangulares, hay una fuerza de imán mayor en los blancos de los trazos circulares.
Na Bolom, la casa del jaguar, es el lugar donde las caras de la realidad humanizada descansas y despiertan incesantemente entre humos ocres, fondos claros, opacas lucideces azules. Son múltiples y esenciales como los elementos geométricos que los contienen; principalmente cuadrados y triangulares, sus aristas se ven suavizadas por el color. Aunque sonrían, estas caras repetidas expresan la melancolía plana del espacio cortado entre la figura principal, siempre sobrestante, y la realidad explícita, sometida por la posición que ocupan sus elementos en el cosmos recortado de la tela. Todas las composiciones tejen la sempiterna relación entre la presencia humana, la fiesta que acomete, la máscara que la mima, el secreto cuya realidad devela y la siempre latente tragedia.
Hijo de arte, Jerónimo Arévalo se ha explayado desde su juventud en el campo de la gráfica, alcanzado el éxito que acompaña los trabajos sugerentes y bien realizados. En la pintura, sus tibios rasgos expresionistas parecen alucinar la realidad desde el manejo técnico de la acuarela directa, práctica aprendida en el taller de su padre. El manejo de la luz en cambio es materno y se revela en la distribución de una paleta pastel en las figura angulares y colores dramáticamente oscuros en las circulares. Es la luz de estas figuras, que podrían parecer irónicas de no ser tan ávidas de miradas, la que pasea las emociones del espectador de la indiferencia de la amada, inmóvil, a la pasión del rostro en el instante de lanzarse tras su presa. El contraste nunca es únicamente de colores, despierta emociones contrastantes.
Francesca Gargallo
Del 7 al 30 Abril del 2012
El día 07 de Abril a las 6:00pm se inaugura la exposición la cual consta de 3oleos, 20 acuarelas y 6 grabados
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