Son tan abundantes las zonas arqueológicas de Chiapas, que las grandes presas que se han construido últimamente las cubrieron con sus aguas por lo que ha sido necesario realizar algunas labores de salvameto, aunque, lamentablemente, en muy poca escala.
Aunque se reconocía la importancia arqueológica de las zonas inundadas, no era posible detener las obras que requiere la industrialización del país. Por eso vamos ahora a grandes lagos que custodian con sus linfas azules una gran riqueza unida al esplendor de las grandes culturas del pasado. Un abrazo del impulso progresista del presente, con las glorias del pretérito luminoso.
La presa Nezahualcóyotl, conocida como Raudales Malpaso cubrió importantísima región arqueológica, de la cual se investigaron pocos sitios, que fueron suficientes para comprobar que allí tuvo asiento la cultura olmeca, muchos siglos antes de Cristo.
La presa de la Angostura también cubrió rica zona arqueológica, en la que se encontraron vestigios de una arquitectura ceremonial, algunos juegos de pelota. Los monumentos coloniales allí encontrados también sirvieron para hacer un enlace histórico de las culturas.
La presa de Chicoasén, en construcción, formará un extenso lago, encañonado en su mayor parte, y bajo aguas quedarán para siempre enigmáticos sitios arqueológicos de los municipios de Chiapa, San Fernando, Osumacinta y Chicoasén. Entre los enormes acantilados, en las moles pétreas, entre el rumor del Padre Grijalva, los zoques y los chiapas prendieron allí sus gajos de historia, de heroísmo y e leyenda.
Referencia:
Lecturas Chiapanecas; “Colección Hechos en Palabras”, Édgar Robledo Santiago, edición 2007
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