RECUERDOS DE COMITAN DEL SIGLO XIX

Se acabaron muchas de las costumbres; las fiestas que más se celebran son las fiestas patrias. Cambiaron los poblados los techos de paja por tejas, láminas, paredes de ladrillos, electrificación; después, llegaron los molinos de nixtamal, radios y antenas de televisión… Se oye en las comunidades música de tocadiscos o grabadoras, se anuncia con aparatos de sonido.

En las festividades llegan cervecerías, el ejidatario vive “mejor”, vende sus cosechas, cuenta con ayuda de bancos y créditos de gobierno, ya no camina a sólo a pie, las carreteras han comunicado a distintos caminos rurales y hay muchos autobuses de línea o camionetas de los mismos ejidatarios.

Perdieron mucho de sus costumbres en la forma de vestir, compran ya sus equipos de boda en casas comerciales, casi nadie está descalzo; en fin, las condiciones de vida mejoraron en todo sentido. Los niños van a la escuela, los programas de gobierno dan orientación en las comunidades y, aunque todavía conservan muchas creencias y siguen temiéndole a la brujería, ahora para curarse de estos males acuden a centros espiritistas, ya no solamente al brujo local; y siguen teniendo más fe a éstos que a los médicos.

Han empezado ya a comprender la que significa la planificación familiar y la están practicando, aceptan que sus hijos sean vacunados; en fin, el cambio desde la llegada del agrarismo a la fecha es notable y, desde luego, de gran beneficio para el ejidatario, aunque todavía en muchos ejidos los problemas se presentan por la falta de comprensión o por dejarse llevar por personas que tratan de confundirlos. Pero es evidente que el cambio fue progreso para ellos, antes mozos de un patrón y hoy dueños de su tierra. Fin

© Marta Dolores Albores Albores.

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