COMITAN DE DOMINGUEZ
Las calles eran empedradas en su mayoría. Habían también de pura tierra en lo que se llamaban las orillas de la ciudad, donde estaban las casas de la gente más humilde, todas con huertos frutales, flores, los techos de tejas de barro con soleras que llegan tapando media banqueta, éstas de lajas lustrosas o de piedras en forma de bolas; en sus orillas crecía formando bandas de verdor el zacatito que se mandaba quitar por lo regular en las fiestas patrias. Por estas calles transitaban bestias mulares, caballos y burros cargando carbón, leña, cal, tablas, tejamanil, todo traído para su venta de las rancherías vecinas.
En ese año llegaron las compañías constructoras de caminos El Águila y La Azteca. El cambio fue notorio. Llegó el progreso y llegaron con él nuevas costumbres. Se hizo ya fácil el traslado de materiales de construcción y muebles de baño como excusados de tipo inglés, lavabos, supliendo al excusado de madera con hoyos y el aguamanil de fierro o madera con su vasija y jarra de peltre o porcelana; después estufas, refrigeradores, dejaron atrás a los fogones de leña o de hornillas; materiales de construcción como la varilla, cemento, mosaicos y azulejos sustituyeron a los adobes, ladrillos y tejas de barro; poco a poco el tipo de construcción fue cambiando, las puertas de madera se cambiaron por rejas de fierro, soleras por cornisas. Posteriormente casas de dos pisos y muebles modernos. Se cambiaron las camas de latón o de madera por box spring, el confidente y mecedoras de junco por pullmans, los roperos de luna por closets.
La carretera pasando por las orillas de la ciudad partió en mitad muchos magueyales y sitios de árboles frutales; los dueños vendieron a bajo precio lo que quedó de ambos lados y otros los dejaron en el olvido.
Por tal motivo disminuyó la producción de pulque, materia prima para la elaboración del aguardiente comiteco y las frutas limas, naranjas, aguacates de magnifica calidad, también fueron cosechados en menor cantidad.
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