RECUERDOS DE COMITAN DEL SIGLO XIX

La familia iba a vivir al rancho por largas temporadas en las que la casa grande se veía llena de actividad; cuando el patrón visitaba periódicamente sus propiedades y para su cuidado y de la casa, siempre hubo un ama de llaves. Cuando estaba la familia, por las noches se encendían los candiles y las luminarias de ocote en el ocotero que había al centro de la majada. La familia llegaba montada en caballos, mansos para las mujeres que iban sentadas en galápagos; los hombres en briosos caballos con elegantes monturas de sillas plateadas; los niños, sentados en la manzana de las monturas de los hombres o en sillas de mano, es decir, una silla cargada a la espalda de un mozo y cubierta con un toldo de tela para ser protegidos del sol. Los niños veían el camino por detrás y algunos se mareaban, los niños muy chicos eran transportados en cajones a ambos lados de una bestia de carga y bien protegidos del aire y sol.

En las fiestas patronales o de Todos Santos, el patrón mataba una res y se repartían en “coctaguin” que quiere decir en partes iguales a todos los mozos. El patrón también pedía a un sacerdote que llegara a su finca a bautizar a los niños y casar a muchas parejas que ya vivían juntas, y otros que se querían casar. Así se catequizaban con tiempo pues llegaba alguna persona que los preparaba para recibir estos sacramentos; había mujeres en Comitán llamadas catequistas que se dedicaban a esto, y se iban a las fincas por un tiempo para luego pedir la llegada del sacerdote que era recibido con mucha alegría. La casa grande y la ermita lucían llenas de juncia en los pisos, o festones de la misma y laureles en los pilares y flores silvestres. El señor cura ocupaba un lugar de honor en la casa grande y en la ermita los alférez, que así se les llamaba a los encargados del cuidado de la misma y de las festividades religiosas, preparaban el jocuatol (atole de maíz y piloncillo) y la música de tambores y flautas. Esto también sucedía en la fiesta patronal con entradas de flores de las rancherías y fincas vecinas, entonces la juncia llenaba de verdor los pisos y los festones de la misma en forma de arcos serpenteados.

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