Por: Georgina Escobedo
Han escuchado el refrán “El miedo no anda en burro”. Pues esto fue lo que me ocurrió el fin de semana cuando viajaba de Frontera Comalapa a Comitán. Un reten de supuestos oficiales de la Procuraduría General de la República (PGR) nos detuvieron a mi familia y a mí a unos mil metros antes de llegar a la Aduana de Chamic. Digo “supuestos” porque a mi parecer y la manera tan sospechosa en la que actuaban me dejaron con la duda de si eran o no elementos de la PGR.
En la carretera estaba estacionada una Suburban dorada de lujo sin ninguna leyenda, escudo o nombre del agrupamiento. Tres sujetos quienes físicamente no parecían chiapanecos sino más bien del norte del país; altos, con un tono de voz grave y solo uno de ellos tenía puesto un chaleco negro con una insignia que decía en letras pequeñas PGR.
Sin portar ninguna identificación y sin explicación alguna, los hombres se dirigieron hacia nosotros pidiendo que nos identificáramos. Uno de ellos con cara de pocos amigos se enfocó conmigo haciendo preguntas como: Cual era mi nombre, de dónde era, a dónde me dirigía, cuántos años tenía. Eran preguntas comunes, lo interesante aquí fue que preguntó tres veces de dónde era y al responderle no tenía ni la mínima idea de donde quedaba el municipio de Chicomuselo. ¿Cómo un agente de la PGR no conoce los municipios del Estado que vigila?
Después de interrogarme, se dirigieron a mis primos haciendo las mismas preguntas y de nueva cuenta quisieron saber de mí. Solo recibieron mi credencial de elector y la de ellos las ignoraron. ¿Por qué eran tan insistentes en mi persona?
¿Por qué actuaban como si buscaran específicamente a alguien?
Aparentemente estaban revisando, pero en ningún momento inspeccionaron el auto. Se notaba que buscaban a alguien, eso no me queda la menor duda. No es la primera vez que elementos ya sea de la Policía Federal (PF), de Migración, incluso hasta policías militares han detenido el auto donde viajo pero nunca actúan raro; portan el uniforme adecuado, se identifican y dan la confianza de responder a todas sus preguntas.
El mismo temor que nos causaron provocó que no hiciéramos preguntas, pues portaban armas de alto calibre y no nos íbamos ha arriesgar que fueran algún grupo delictivo. Después de un rato nos dejaron ir pero pude notar en el rostro de ellos una sonrisa en tono de burla cuando nos alejábamos.
Muchas preguntas daban vuelta en mi cabeza.
¿Por que tenían un reten a unos cuantos metros de la garita de Chamic?
¿Por qué estaban revisando los autos en ambos carriles cuando se supone solo revisan uno?
¿Por qué revisaban sólo autos particulares?
¿Por qué actuaban tan sospechosos?
¿Por qué no portan identificaciones?
Es la primera vez en los 10 años que viajo por esta zona fronteriza que veo agentes de la PGR y además desconfío de ellos. ¿Acaso eran grupos criminales disfrazados de oficiales de la PGR? Esta es la interrogante que quedó en mi mente.
Fue una coincidencia que llegando a Comitán encontré a un oficial de la Policía Federal, no pude quedarme con la duda y le comenté lo sucedido. Muy amablemente me explicó que la PGR trabaja así, siempre andan vestidos de civiles, con una Suburban ya sea dorada o plateada, que no presentan ningún distintivo en el auto que manejan, ni placas o credencial alguna y que la Policía Federal no le competía inmiscuirse en el trabajo que ellos realizan.
Por lo que sugerí al oficial que su corporación debería de vigilar constantemente esta zona, ya que estas acciones que realizan en carretera pone en peligro a la ciudadanía pues al no portar ninguna identificación no sabemos si se trata de verdaderos agentes de la PGR o si son grupos delictivos.
El policía Federal me dijo que no me preocupara, que eran ellos quienes estaban realizando el operativo, que no era lo que pensaba, “tenemos controlado toda esa zona” señaló. Aunque no quedé tan convencida de sus palabras, por lo que me aconsejó levantar una denuncia por el acoso que los “agentes de la PGR” me hicieron.
¿Por qué saco a relucir esta anécdota en este espacio informativo? Porque creo que la prioridad de las autoridades es salvaguardar la integridad física, proteger y respetar la vida, la dignidad y los derechos de las personas así como resguardar el orden, la seguridad jurídica y la tranquilidad de todos los chiapanecos.