AHÍ ESTARÉ

Donde la oscuridad cobija tu cuerpo
y divise tu piel llana con estos ojos
que no ven más de lo que puedes enseñarme,
observo el movimiento de tus manos,
que expresan vanidades de la vida,
mientras tu cuerpo susurra
tu aroma sobre mi oído izquierdo
confesando todos sus secretos,
entonces,
aferrandomé a los abriles de tu boca,
tus eneros, los febreros y un poco de marzo,
la gotera de mis labios sobriamente
besan la gravedad de tu figura.

Besos, caricias,
lágrimas, sonrisas vacilantes
se escriben en nuestro diario sin historia
de páginas ausentes,
en busca de novelas de amor o tragedia,
esclavos o verdugos,
caminamos por las calles empedradas del destino
y sin palabras,
sólo con el alma que no guié
hacia el camino correcto.

¿Y qué es lo correcto?

Esas noches,
donde la oscuridad cobija tu cuerpo,
te observo como la última vez o la primera,
que caso tiene si el amor es el mismo,
intenso, urgente,
blanco y negro,
azul y rosa.

Solos el miedo enredando nuestros cuerpos
te protejo
y te encadenas a mi cuerpo tibio
como prisionera de mis besos,
de mis labios desnudos
que no saben hacer otra cosa más que amarte.

Como un insecto,
en una plegaria, o tal vez
en alguna blasfemia de tu boca,
adormeciendo tu nerviosismo pasajero,
y suavizando tu piel con el aroma de mis besos…
no temas que ahí estaré.

C. ALBERTO PALACIOS

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