- Se presentó por segunda ocasión en Chiapas
- Clausuró el 12° Festival Internacional de las Culturas y las Artes Rosario Castellanos
Bastaron solo unos minutos para que el cielo comiteco y la lluvia de esa noche de domingo cedieran ante el encanto de una voz privilegiada, aguerrida, fuerte, con carácter y temperamento… Lila Downs.
Puntual y con ganas de saciar el deseo de sus fanáticos por verla y escucharla, la mujer de origen mixteco salió al escenario ubicado en pleno centro de Comitán para saludar a los cientos de personas que sin importar las inclemencias del tiempo se habían reunido allí para participar de sus “Pecados y Milagros”.
“Brinda con el pensamiento…” fueron las primeras palabras que salieron de ella para interpretar Mezcalito, tema que de manera inmediata arrancó los aplausos y la euforia de los hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que cerraron paraguas y guardaron impermeables para dejarse llevar por Lila y cantar y bailar con sus canciones.
Enfundada en un vestido estilizado que dejaba ver el trabajo de las mujeres artesanas chiapanecas en los coloridos bordados de Zinacantán, Downs interpretó con mucho sentimiento temas como Tu cárcel, Fallaste corazón, Vámonos, La Martiniana y Dios nunca muere, lo que le valió grandes ovaciones de parte de las almas ahí congregadas.
Después vinieron temas como La iguana, Zapata se queda, Palomo del Comalito y Pecadora, con los que Lila aprovechó para interactuar con sus seguidores al bajar del escenario y dirigirse a ellos para cantar y bailar al unísono y lograr una comunión entre artista y público que pocas veces puede verse.
Uno de los momentos más importantes de la noche fue cuando la también autora y productora recordó a su querida amiga Chavela Vargas, a quien se refirió con gran sentimiento y cariño con el tema Cruz de olvido, que de inmediato fue coreado por los asistentes que se vieron conmovidos, tal como sucedió con La llorona y Cucurrucucú Paloma, canciones en las que desbordó nostalgia con su gran registro vocal y al portar un manto a rayas y rematado en cada orilla con plumas cafés con el que cubrió su rostro durante las interpretaciones.
Acompañada de su banda La Misteriosa, Lila hizo un recorrido musical por su extensa discografía durante poco más de una hora de concierto, en el que presentó no solo temas de su más reciente material, sino también “canciones dedicadas a nuestras tradiciones indígenas y mestizas”, como La cumbia del mole, que puso a todos a bailar, con algarabía y júbilo que contagiaron a más de uno.
No obstante fue con esa interpretación que la cantante mexicana-estadounidense abandonó el escenario al cual regresó en dos ocasiones más tras una lluvia de aplausos y gritos de “otra, otra” con el cual los allí reunidos pedían más música de la Downs que gustosa y agradecida cantó Naila y El corrido de la tacha, con los cuales clausuró la edición número 12 del tradicional Festival Internacional de las Culturas y las Artes Rosario Castellanos, figura que trajo a Lila por segunda vez a Chiapas y de quien, en entrevista con los medios de comunicación dijo significar mucha inspiración para ella por todo lo que representa para el estado, tierra a la que desea volver “para expresar toda la belleza de esta tierra”.
Y así, al cese de la música y el canto y de los gritos y la euforia, Tláloc no pudo más y conmovido por la velada vivida, lloró y lloró a través de una lluvia que celebró lo que en Comitán esa noche sucedió, caer rendido ante el encanto de una mujer orgullosa de sus orígenes, de sus raíces y su identidad.
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