Promueve diseñadora el arte textil de artesanas chiapanecas

De niña, Mina Álvarez no jugaba con muñecas. Su niñera, Chivis, una indígena de la huasteca potosina, le compraba aros y la ponía a bordar.

De ahí nació su interés por investigar sobre las creaciones de las comunidades indígenas mexicanas y después, unirlas con su gusto por la moda, con lo que hace 16 años surgió su marca.

En sus boutiques, Mina vende collares, carteras, monederos, cosmetiqueras, bolsas, rebozos, ponchos, entre muchas otras cosas, la mayoría con diseños textiles.

Llegué a Chiapas y me enamoré inmediatamente de Rosa, que fue la primera mujer indígena con la que yo traté, una indígena tzotzil. De ver su sonrisa, el olor a leña que despide Chiapas, la ruta textil de Chiapas, ahí me quedé

Actualmente, emplea a 65 mujeres indígenas, la menor de 19 años, de comunidades como Zinacantán, Aguacatenango y Amatenango, que son en su gran mayoría, el sostén de sus familias.

“Ellas están siempre con el niño cargando y en el telar, trabajan entre cuatro y cinco horas al día, si no llueve y no está nublado, porque no tienen luz”, dijo la empresaria.

Álvarez instaló un taller en San Cristóbal de las Casas,donde ofrece gran variedad de diseños que se distinguen por incluir las expresiones artesanales más representativas de la entidad y que cuentan con el sello distintivo Marca Chiapas.

Mina Álvarez da una nueva presentación a los textiles que bordan las indígenas. (Edgar López)

Mina Álvarez da una nueva presentación a los textiles que bordan las indígenas. (Edgar López)

Cuenta con una colección de 165  productos que por su originalidad se destacan las carteras, rebozos, bolsas, collares, pulseras, diademas, zapatos, maletas, cajas para reloj, cajas para botellas y ponchos.

Sus piezas son únicas e irrepetibles y tienen la finalidad de unir la cultura y el folclore del estado, con la creatividad y experiencia de una gran diseñadora, se componen por telares, bordados y textiles cien por ciento chiapanecos, con incrustaciones de piedras, flores de tela, pintados a  mano y pieles de colores.

Mina Álvarez busca la innovación de técnicas y materiales para desarrollar una estética contemporánea que fusiona elementos artísticos y artesanales. 

Las mujeres son las que deciden los colores y los diseños de sus textiles y es Álvarez quien luego los adapta a las bolsas, carteras, rebozos y los otros 165 artículos que ofrece.

“No creas que ellas me hacen el bordado así, que yo les doy el molde, no, si quieres trabajar con ellas, te venden sus cosas como ellas saben hacerlo, entones a mí me venden sus blusas”, detalló.

Además, las pieles que utiliza provienen de un borrego nacido en México llamado pelibuey, trabajadas por una familia peletera con una larga tradición. Por la suavidad del material, que ofrece en 28 colores, muchas veces los clientes creen que son pieles italianas o españolas, señala Álvarez, pero son 100 por ciento mexicanas.

Por las características del producto, Álvarez cuenta con la certificación de “Hecho en México”, la cual no fue fácil de conseguir y la llevó a buscar asesoría legal, al igual que para el registro de su marca.

Aunque la recepción de los productos en el extranjero ha sido muy buena, Álvarez presume que la mayoría de su clientela es mexicana, pues uno de sus objetivos es que el arte textil sea conocido, admirado y respetado en el país, antes de poner sus esfuerzos en el mercado internacional.

Actualmente vende sus artículos en las tiendas de Fonart, en el Museo de Antropología y en el Museo de Arte Popular, además de sus galerías en San Cristóbal de las Casas, Chiapas y Tlaquepaque, Jalisco; en la Ciudad de México está en Casa Fusión y en Amargura 5, San Ángel.

Además, apunta a emplear a más mujeres indígenas en Chiapas, para que el arte textil no se pierda ante la competencia de los productos guatemaltecos y chinos.

Con información de: ElFinanciero

Tejedoras de sueños: exaltando la tradición textil chiapaneca

Con información de Tania Espejel Macías, impulsora de este proyecto.

Chiapas es un estado rico en tradición textil, desde el tejido en lana que realizan las mujeres del municipio de San Juan Chamula, hasta el tejido en telar de cintura que es brocado en San Andrés Larráinzar.

La mayor cantidad de artesanas se concentran en las comunidades aledañas a San Cristóbal de las Casas debido a que ese municipio es el mayormente visitado por los turistas, de esa manera, aprovechan para comercializar sus productos.

Sin embargo, el consumo justo aún es un tema en proceso en Chiapas y en México, una idea que poco a poco va tomando fuerza y que día a día parece más una realidad que un sueño lejano.

5Es así como surge MILHILOS, una marca mexicana comprometida con la tradición textil en calidad y significado. Ofrece historia que es recreada por las artesanas que sueñan y crean un universo desde la cosmovisión de su cultura, historia que se traduce en simbolismos que llegan a nuestro mundo por medio de hilos de algodón que nos conducen a ese místico lugar.

El objetivo de este concepto es acercarse al arte del tejido, ya que a veces la prenda tiene mayor importancia. De esta manera, se busca exaltar el valor y significado individual de cada símbolo por sí sólo.

La propuesta de MILHILOS

MILHILOS consiste en una campaña de información por medio de cuadros elaborados en telar de cintura, cada cuadro tiene como imagen principal uno de los personajes que involucra la historia maya de la creación, a esta colección se le denomina MANIK.

MANIK, tomado de la simbología maya, es el sello 7 y representa el poder de la realización o el que cura las heridas del cuerpo y del alma. Es la esencia de la evolución y el crecimiento, es la realización de las cosas.

Actualmente todas las artesanas elaboran los mismos tejidos con variantes de color, pero las pasadas para crear las figuras son las mismas ya que así les enseñaron las generaciones anteriores. El tamaño del símbolo solo varía si se utiliza hilo de algodón o lana ya que este es más grueso y esto da como resultado una figura más grande, casi del triple que el tamaño normal.

Respecto al diseño de la figura tejida se elabora en un formato mucho mayor al que tienen por costumbre, sin alterar la figura. Lograr que las artesanas entiendan la capacidad que tienen como diseñadoras, creadoras de su propio tejido y no solo como replicadoras de él, es uno de los puntos más importantes del proyecto. Se busca crear identidad con sus tejidos más allá del concepto común de númerosas piezas iguales.

Cada lienzo de la colección MANIK se llevó a cabo con las artesanas de San Andrés Larrainzar y el bordado por mujeres de Huixtan buscando así también integrar dos grupos de artesanas diferentes en un mismo proyecto.

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Desarrollo del producto

La elaboración comienza con el diseño del tamaño y la elección de figuras con las artesanas, se hicieron pruebas para poder alcanzar el tamaño que se quería lograr.

La investigación antropológica de estos símbolos se llevó a cabo con mujeres de los mismos grupos con más años dentro de esta tradición, se hizo uso de traducción de tsotsil a español y español a tsotsil, ya que la mayoría de mujeres mayores de comunidad no hablan español.

2Se realizó investigación en diferentes fuentes bibliográficas en bibliotecas como ECOSUR, CIDECI y la Biblioteca Municipal, esto para obtener los resultados más objetivos sobre las historias sobre las que se basaría cada personaje de esta colección.

El primer paso fue elaborar el tejido de cada personaje en conjunto con las mujeres de San Andrés, durante el planteamiento del tamaño y diseño de cada uno también fue explicado el significado de cada símbolo mediante una clase..

En Huixtán fue elaborado el bordado sobre tela negra, misma que representa la oscuridad del cosmos antes de que cualquier cosa fuera creada.

Los lienzos fueron realizaron Antonia, Rosa, Claudia y Marcela, mujeres artesanas del municipio de San Andrés Larráinzar, quienes actualmente se encuentran resistiendo ante una situación donde anteponen su tradición de artesanas sobre volverse comerciantes informales o vendedoras de otro tipo, son herederas de una tradición de creadoras y recreadoras de una historia.

El bordado de letras fue hecho por Manuela, Micaela, María y Lucía, mujeres de Huixtan que también luchan por una autonomía económica y un reconocimiento como artesanas.

Cabe destacar que por el momento, estos cuadros no están a la venta, pero se planea la forma de comercializarlos para beneficiar a las artesanas de dichas comunidades a través de un esquema de comercio justo.