Sagradas voces: idiomas de colores hablan los dioses.
En el corazón de la Selva Lacandona de Chiapas, en Ocosingo, y muy cerca de la frontera con Guatemala existe un lugar escondido, de gran belleza, llamado Bonampak. Bonampak, que quiere decir “paredes pintadas”, es una ciudad prehispánica de las más esplendorosas e importantes del llamado periodo clásico maya, que se extiende del año 200 al 900 de nuestra era, tiempo en el que florecieron Palenque, Toniná y Yaxchilán, ciudadvecina de Bonampak. Arqueólogos e historiadores suelen decir que fue descubierta en 1946 por un fotógrafo extranjero que tropezó con ella mientras andaba por la selva. La verdad es que, como casi siempre ocurre, ese sitio ya era bien conocido por los indígenas de la zona desde hacía mucho tiempo.
Si en algo se distingue Bonampak es por regalarnos, conservadas de forma increíble, las muestras más espectaculares del arte mesoamericano de la antigüedad. Su edificio más famoso es el Templo
de los Murales, que ha suscitado el interés de estudiosos de todo el mundo porque es una de las fuentes más precisas y abundantes que existen de información sobre los mayas antiguos; su vida
social, política y cultural plasmada con infinidad de detalles. Conocer Bonampak es conocer la historia a través del arte. Esta hermosa ciudad no es sólo belleza en pinturas y esculturas, es narración visual que la selva guardó casi intacta para nosotros. Bonampak fue decretada Monumento Nacional en 1992.
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