En México los antecedentes de la fiesta de difuntos actual y del concepto de la muerte pueden encontrarse tanto en las creencias prehispánicas como en las ideas traídas por los conquistadores y frailes evangelizadores a raíz de la conquista. La muerte es el tránsito más duro e inexplicable para el ser humano, ha sido en todas las culturas y en todos los tiempos objeto de reflexión, ceremonias y rituales; a través de este tiempo se ha tratado de responder el destino de los muertos: el alma deja el cuerpo para dirigirse a un lugar destinado según la manera en que vivió.
Los días señalados por la iglesia católica para honrar a los muertos son el 31 de octubre, 1º y 2 de noviembre (día de Todos los Santos y Fieles Difuntos respectivamente). Sin embargo, existen zonas indígenas y rurales en las que dicha celebración inicia en la última semana de octubre (25 al 30) y primeros días de noviembre (1 al 3) o bien, llegan a extenderse a lo largo de todo el mes de noviembre, como en el caso de los chontales de Tabasco.
En Chiapas, la tradición del día de muertos aún más antigua
Los mayas, zoques y chiapanecas, que conforman la actual cultura de Chiapas, ya honraban y rendían culto a sus muertos desde la antigüedad. Es decir, la mayoría de los pueblos indios de Chiapas rendía culto a la muerte.
Los indios llevaban ofrendas a sus difuntos alumbrados con teas encendidas, alzando los brazos les ofrecían alimentos y bebidas, e inciensos. Con la llegada de la Conquista Española (1524-1528) y posterior Colonización (1528-1560), más la evangelización de los indios en la fe católica, surgieron los festejos a los muertos y los altares de las ofrendas modernas.
En el siglo IX el papa Gregorio IV hizo oficial el festejo de los difuntos para recordarlos y honrarlos.
Para los indígenas chiapanecos no existía, dentro de su cosmovisión, el término morir; solamente la concepción de “sueño temporal” (muerte chiquita) y “sueño eterno” (muerte grande). En términos generales, puede decirse que los tres grupos étnicos de Chiapas de origen maya, zoque y chiapaneca festejan más o menos igual a sus muertos. Las únicas diferencias son las geográficas o de forma. En algunos pueblos los altares lo constituyen las propias tumbas; y en otros, se construyen altares tomando como base la mesa dedicada a los santos.
¿Qué es un altar de muerto?
Es una mesa de madera adornada con ofrendas dedicadas a los muertos. Los altares son, pues, mesas adornadas con ofrendas para los muertos que contienen lo que más le gustaba al muerto en vida: Comidas, bebidas, postres, cigarros, “trago”, etcétera, ornamentada con manteles, cortinas, juncia, velas, veladoras, papel de China picado o papel crepé en diversos colores (blanco y morado, de preferencia), sahumerio y estoraque, fotografías de familiares o artistas fallecidos, imágenes de santos, etcétera. Por sus características se habla del altar zoque, del altar chiapaneca o del altar maya.
¿Cómo deben ser los altares?
Los altares deben ser de tres escalones: el primero representa el padre: el segundo el hijo, y el tercero, el espíritu santo.
¿Qué cosas forman parte de un altar de muerto en Chiapas?
Comidas: tamales de chipilín, de cambray, pollo en mole, estofado de res, caldo de res, bolitas de chipilín, etcétera. Bebidas: pozol blanco y de cacao, café, chocolate, atol agrio, granillo, de masa o de elote, vino, agua, tequila, mistela, temperante, pulque, tepache y taberna. Dulces: suspiros, calabaza en dulce, melcocha (de azúcar blanca y de panela), puxinú (palomitas con dulce), turrones, dulces de manzanillita, caballito, gaznate, pan de muerto, turrón, cocadas, etcétera. Panes: marquesote, cazueleja, tortitas, rosquilla, pan de muerto (sin manteca y sin levadura). Frutas: naranja, caña, mandarina, plátanos, papaya, melón, granadilla, lima, calabaza y camote, etcétera. Golosinas: dulces, cigarros, cerveza, etcétera. Flores: cempazúchil (flor de muerto), crisantemo, flor de seda, lengüevaca, de raíz, flor de lechita (punupunú), etcétera. Brasero: mirra, copal y estoraque. Vaso de agua para los seres queridos porque vienen del largo viaje con sed. Tallo de plátano para colocar las velas. Fotografías antiguas de los familiares fallecidos. Adornos: papel de China picado (en colores blanco y morado), papel crepé, juncia, velas, veladoras, manteles y cortinas blancas, “somé”, flores, etcétera.
Referencias: José Luis Castro, Heraldo de Chiapas, Marta Dolores Albores Albores, Revista Buen Viaje
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