Si hubiera de hacerse un inventario del patrimonio arquitectónico de Comitán, quienes no lo conocen seguramente considerarían que en un lugar prominente debe de figurar las edificaciones religiosas, como el templo de San Sebastián de 1525, el de Santo Domingo de Guzmán de 1628, y los de San Caralampio, San José y Guadalupe, del siglo XIX. Sin embargo Caminar las calles o sobrvolar la ciudad mostrará un aspecto distinto: las casas, principales o modestas, conforman un importante acervo de construcciones y una significativa homogeneidad en numerosos puntos. Al peatón se le revelarían las cornisas y los frisos de extracción neoclásica, las rejas y balcones de madera, con sus barrotes alterados, los portones con postigo entre las dos hojas grandes; ante los ojos de quien volara se extendería una pradera de tejas, que con sus infinitos matices de ocre nos dicen cuántos años llevan de haber salido del taller del alfarero, mientras más oscuras, más viejas.

Así es Comitán. Sus fachadas alternan las influencias neoclásica y popular. De verlas, imaginamos la vida de sus habitantes hace años, que paseaban por las banquetas de piedra laja en sus tardes tranquilas. Al caer la noche, el sereno tocaba su silbato y se prendían los mecheros alimentados por cebo que iluminaban tenuemente en cada esquina.

(para ver mejor la resolución de la imagen hacer click en ella y notar el cambio, abajo es el año de 1995 y arriba 1997)

Desafortunadamente, la imagen tradicional y propia de Comitán hoy se ve seríamente alterada. Expresar progreso mediante la imitación de las modas arquitectónicas modernas, abandonar el corazón de la ciudad casi exclusiccamente a los comercios y las oficinas, concebir la calle sólo como vía de paso para el automóvil, mientas más anchas mejor, destacar la indivualidad de lo recién construido mediante alturas, formas y alineamientos distintos de lo que lleva años de estar ahí, entender el desarrollo urbano solamente como hacer de las calles estacionamientos, truncando las banquetas y desprotegiendo al peatón, todo eso no hace más que crear desorden.

En una manza en la que todas las construcciones conservan su tradicional uniformidad, tanto se pierde al violar la armonía con una primera construcción diferente, como cuando esa violación se extiende al resto del conjunto.

El potencial que representa el patrimonio arquitectónico de Comitán y la necesidad de rescatarlo, conservar y restaurar de acuerdo con su importancia al patrimonio construido, el medio natural y las tradiciones, así como para fomentar la participación ciudadana promiviendo la reglamentación y la formación de una conciencia colectiva en torno a la imagen de la ciudad.

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