D. Juan de Arteaga y Avendaño

Nació en Estepa (Andalucía, España), sus padres fueron Mateo Arteaga y Beatriz de Torres. Fue caballero de la Orden Militar de Santiago.

Llego enfermo a Veracruz y de ahí se dirigió hacia la ciudad de México, en el año de 1541, para cubrir el obispado de Chiapas. Estando en la ciudad de México su salud empeoró y el 8 de septiembre fatigado y con sed por tanta calentura,  se levantó a media noche a refrescarse, se acerco a una ventana en donde se encontraban algunas vasijas de diferentes aguas que se estaban serenando, y sin dudarlo ni preguntar que contenían las vasijas, Arteaga y Avendaño tomó una vasija que contenía agua de solimán, privándole de su vida y del obispado que se le había asignado en esta bella ciudad, dejando el merito del primer obispo a Fray Bartolomé de Las Casas.

Porque nos dicen Cositias

Debo de hacer mención que Existen dos Teorias.

La que conoscos por parte de mi Abuela : Berta Aurora Mandujano Alfonso. Mejor conocida como Doña Bety. Y por la lectura de mi tierra.. Barrios de Comitán Lo cual me hace dudar cual sera la verdadera mención…. Recordar desde que año o que día nos han puesto el seudonimo de «Cositia» muchos se contradicirian en las fechas puesto que no podemos saber con exactitud.

Una de las tantas tardes en las que solia charlar con mi Abuela, se me ocurrio preguntarle porque nos dicen Cositas a los que Vivimos en Comitán?, ella me dice que porque nosotros los Comitecos siempre estamos hablando en Diminutivo y, que está es la causa por la cual nos suelen llamar así

Dedicado a la lectura algunos años los cuales no son muchos o los suficientes aun, pensando quien no sabe de donde viene no sabra a donde ira, me encontra en aquel pequeño librito que me regalo mi abuelita «Barrios de Comitán» en el cual también hablan de este supuesto seudonimo y que la causa principal es que nosotros los Comitecos todo lo Exageramos que si el Rio Grande y que tan grande esta?? si apenas es un hilo de agua, que la Cruz Grande? tan grande como la bajada de Gudalupe.. en fin.. nos dice que nos han puesto todo lo contrario a la exageración y por eso nos dicen Cositas..

La diferencia es minima.. quiza pueda vivir sin descubrir cual de las dos sea la más correcta pero de lo que estoy seguro.. es que me gusta Ser un Cositia..

 

 

EL "VOS" Y EL "COMITECO"


Me pregunto de donde vendra el modismo del «VOS» que utilizamos los Comitecos, que sin duda alguna ya es tradición para muchos y para los más jovenes algo así como algo inombrable y cuando se les escapa, seguidamente se corrigen.

Leyendo un librito, de un buen cositia. «Barrios de Comitán» escrito por varias personas en la que destaco a Alejandro Molinari, hablan del «VOS» y de como llego a Comitán..

Con la llegada de los Españoles a México, que vosotros habeis dado cuenta que ellos os tratais de VOS, estos lo utilizaban y lo siguen utilizando, presumiendo y pronunciando al igual que vuestros amigos Argentinos.

Que anteriormente utilizaban el VOS para dirigirse a la persona de forma reverencial y muy respetuosamente.

Pero que sucede con el Cositia de Comitán ??,
porque dejar de utilizar nuestro bien distinguido VOS al estilo Cositia, cantadito cantadito…
Esto es lo hace que cada pueblo sea distinto y especial.

Así que los invito a seguir pronunciando el Vos y frases como estas..

OI VOS COSITIA!!!, QUE CHULOS OJOS TENES
QUE ME MURO DE AGONIA POR VER SI ME QUERES.
B.A.M.A.

Que es el Voseo?? = http://es.wikipedia.org/wiki/Vos

Reina Expoferia Comitán 2007


Ana Karen Ruiz Ogando
Reina Expoferia Comitán 2007
« AmO lA vIdA, s€r CoMo SoY y TeNeR
lO qUe TeNgO… sToY mAs Qu€ oRgUlLoSa
De SeR cOtZiTiA… a We€vOoOoOo
ArRiBa CoMiTaN!!!! «

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COMITAN

Las calles eran empedradas, con una línea central y otras transversales que formaban los «cajones»; las aceras eran de ladrillo de piedra laja. La accidentada topografia de la población hacía que cuando llovía fuerte bajara una «creciente» que cubría la calle, de banqueta a banqueta, que muchas personas, sobre todo los zapateros, aprovechaban parar arrojar la basura acumulada durante semanas. Esto hacía que en mi barrio se obstruyera el desague que mis primos, algunos de mis amigos y yo llamábamos ingenuamente «el hoyo de tía Elenita».

No había red de distribución de agua ni drenaje de aguas negras; el agua se llevaba a las casas en barriles transportados por burritos equipados con un aparejo especial; cada animal cargaba cuatro barriles. Las amas de casa hablaban de un consumo de tantos más cuantos burros de agua a la semana.

Las aguas pluviales se desalojaban por albañales que desembocaban a las calles o a los predios colindantes, lo que ocasionaba frecuentes diputas entre vecinos. Muchas casas tenían comunes, algunos eran de fosa y otros de cuch; en las casas más ppobres todo el traspatio o «sitio» era una amplia y ventilada letrina.

Las abuelas hablaban todavía del Dr. Román; El Dr. Cancino estaba cambiando su residencia a San Cristóbal y el Dr. Tovar hacía desesperados esfuerzos por cobrar a sus pacientes morosos las «ditas» que habían contraído con él por sus servicios, pues estaba a punto de abandonar Comitán para radicarse en Gómez Palacio, Durango

El joven Dr. Esponda recorría la ciudad, para visitar a sus pacientes, montando un hermoso y bien cuidado caballo, equipado con albardón; era el médico más popular. El Dr. Guillén tenía fama de ser el más «malcriado». Los desntistas eran poco conocidos; sospecho que no tenían suficiente clientela. Mijangos, Alfonzo y Ortiz, entre otros, eran brillantes estudiantes de medicina y visiaban la ciudad durante las vacaciones, en los meses de diciembre y enero.

Cuando se abrieron los templos al culto, me sorpredió ver los nombres de linajudas familias escritos con letras negras en los respaldos de las bancas, principalmente en la parroquia de Santo Domingo. Mi mamá y mi abuela me explicaron que eso se debía a que dichas familias las habían «donado», pero a mí me parecía un derecho de apartado. Algunos años después, un inteligente seminarista convertido en sacerdote hizo borrar los letreros y se ganó mi profunda admiración.

Los niños solíamos enfermar de empacho, enlechadura, lombrices, incordio, pasmo y mald e ojo; cuando la cosa era grave se trataba de fiebre intestinal. Los adultos padecían del hígado, cólicos misereres, fríos, fiebre y algunas enfermedades «incurables» como la tuberculosis y el cangro.

El agua de hinojo era una panacea, le seguía el agua de manzanilla y el agua de malva era muy buena para las enemas. Las malas noticias, sustos o alegrías muy intensas iban seguidas de un draque; si no era posible, de agua de hinojo y en último caso recurría al agua de brasa. El dolor de estómoago se curaba con confortantes hechos de semitas repulgadas impregnadas con aguardiente; el mal de corazón se curaba con obleas coloradas. Otra panacea era el aceite castor pues lo mismo se admnistraba a un enfermo de paludismo que a alguien que se había fracturado un hueso. La «cruda» se curaba con soaas que prepraban los boticarios.

Era normal tomar café con pan al levantarse, almorzar a las 10, tomar dos plátanos y un vaso de pozol a las 12, comer a las 3 de la tarde, tomas más café con pan a las 6, cenar a las 8 de la noche e ingerir bicarbonato a las 10.

Se comía dulce de garbanzo, «alfiniques», turuletes, obleas, africanos, acitrones, caramelos, trompadas, turrones, barquillos y los chimbos eran de pura yema de huevo. Con 5 ó 10 centavos se podían comprar chulules, pacuyes, colconabes, manía, cuajilotes y alcanzaba para «dulces extranjeros». Si uno no disponía ni de un centavo, bastaba dar un paseo por las orillas de la población y recoger mambimbo, chulucchán, sal de venado y tilihuet en cantidades suficientes, para saciar la insaciable voracidad de cualquier muchachito.

Santa Claus se llamaba «El viejito de la Noche Buena»; los delantales gabachas; el circo la maroma y era de uso común palabras tales como azafate, aguamaniel, balde, gaveta, batea, artesa, garlo y otras que casi han desaparecido del léxico comiteco.

Estaba a punto de ser demolido el «Cine Olimpia» y ser substituido por el flamante «Belisario Domínguez» que tenía luneta, plateas, palcos y galería y un flamante equipo Vita Phone de cine sonoro o «vitáfono», como le llamábamos

Las familis ricas poseían victrolas; el tocar una vez un disco de 78rpm grueso como memela requería el cambio de aguja y esto resultaba car. Estas mismas familias adquirieron los primeros radios e hicieron las costosas instalaciones de tierra y antena aérea necesarias para poder escuchar con tada claridad de las 7 de la noche en adelante la estática que transmitía la «estacion» desde la ciudad de México.

Los conjuntos musicales tocaban una marimbade ocho octavas, una requinta de cuatro y media, un violón o bajo; algunos tenían batería también y nada más. Las serenatas empezaban con un paso doble para despertar a la novia. Los enamorados vivían sus romances con las melodías en boga: azul, concha nácar, plamera, fruta verde, lamento borincano y otras muchas de dulce melodía y poética letra.

Podría decirse con más precisión que se trata de la década de 1930 a 1940, pero sonaría como un informe técnico o como acta y no como los gratos recuerdos de mi niñez que transcurrió feliz en Comitán, entre su gente y sus costumbres.

COMITAN – POEMAS COMITAN

COMITAN
 
 
¡ Oh Pueblo hermoso y querido!
tierra de ilustres personajes,
tierrda de políticos, de poetas y de mujeres hermosas,
¡quien te haya conocido, no podrá olvidarte ya
jamás!
Comitán de Domínguez ¡mi querido Comitán!
siempre te recordaré, por tu grandeza y hermosura,
pero nunca entenderé cómo y porqué
el destino me trasladó desde una mezcla de
estaciones a la eterna primavera.
Ciudad donde el tiempo no tiene prisa, donde
el sol se detiene a sonreír y pintando flores
se entretine y al expirar sus últimos rayos
luminosos,
como todo un caballero a la luna
nocturna y misteriosa le da la bienvenida.
La luna agradecida con rayos de plata ilumina la
noche primaveral y con disimulo atisba el misterio
nocturno, donde el espíritu respira el viento de la
noche que ocultándose entre las flores crispa,
como si estuviera incubando nuevas vidas.
Comitán, el sólo escuchar tu nombre halaga mis oídos
y agudiza mis sentidos; Comitán, siempre te recordaré
por la simpatía de tus mujeres, hermosas como diosas
con miradas de centella, por tus flores y por tu gente,
que aún cuando su tez es ya pálida como
la tarde, a la vida le sonríe.
¡Oh! Pueblo hermoso y querido ¡quien te haya conocido,
no podrá olvidarte ya jamás, Comitán ciudad de
la eterna primavera; ciudad de las flores mil!
Así llegue cantándole a este pueblo.
 
 
Moisés Francisco Díaz Salas